lunes, 20 de enero de 2020

RAMÉ


Con toda sinceridad de ésta escritora no sé cómo empezar pero mientras escriba voy a empezar a vomitar letras y a poner en funcionamiento toda mi falla neuronal.
La persona que me dio la entrada no entiende como trabajan mis órganos en conjunto con el cerebro para la redacción de este escrito, desde que lo vi todo pasa más por mi cerebro que por el corazón y todavía no puedo entenderlo, no es que lo elija, en este momento me toca ahogarme de recuerdos o simplemente volver a lugares donde recuerde haber estado, donde ambos órganos se conecten y sea todo instantáneo.
Recuerdo como si fuera ayer, aunque fuera hace 365 días atrás o más, el incremento de esas sustancias que actuaban conjuntamente para comprar un presente lleno de felicidad, que hasta hoy, es inolvidable.
Y hasta podría jugar a recordar después de sufrir la perdida de parte de mi cerebro, malditas lagunas escasas de agua e inundadas de confusión que odio tener que sentir y vivir cuando tengo que esforzarme por recordar y después... sentir y guiarse por eso que para mí siempre fue difícil, los sentimientos, los míos.
La lectura de miradas y actos que he tenido que adaptar en mi presente para volver a un pasado feliz como caminar hasta algún jardín de infantes, tal vez esperar la llegada de mi sobrino, sonreír a la par de una futura mujer que en aquel momento tenía nueve años, recolectar corazones inolvidables y desechar algunos por amor propio.
Llegando la hora de amarse y sin cantar victoria, a todos nos sucede en algún momento de la vida que despertamos después de cada batalla ganada con ganas de amarnos más que antes, quizás en eso habíamos fallado o tal vez los errores humanos propios se disfrazaron de soldados iniciando una guerra colateral inesperada, donde es la vida quien define el tiempo y la cantidad de batallas hasta ponerle fin a la guerra del sistema nervioso con ella misma.
No se trata de coordinar diferentes actividades lucrativas para hacerse por separado, se trata de emplear un concurso de fuerzas como lo hizo Aristóteles, y así vamos alterando el movimiento de nuestros cuerpos para conseguir velocidad y aplicamos una fuerza mayor a la que podemos aguantar, pero no importa porque la podemos resistir, y resistir es seguir. 
Después de tanto tiempo, podría afirmar que aunque la acción conjunta de mis órganos tenga una falla natural y humana, es momento de cegarse con los miedos, tal vez encuentre por ahí como comparar esto con la entrada de esta historia, pero podría decirse que he aprendido a amar la paleta de colores y aunque por momentos la vida me coloque en los grises, a veces pienso que mis órganos van a optar por la iridiscencia, creando pequeños arco-iris en mis células.
Y que el incremento de esas sustancias donde quizás un vodka y millones de sonrisas escondidas en esas flores  que actuaban conjuntamente entre ellas y entre nosotros van comprarse el presente, y es en ése momento donde podría afirmar que somos "Los nefelibatas" que volando por días nublados, él siendo rasgados y yo solo un ósculo, llegamos a chocarnos, un accidente con suerte, dos sobrevivientes.

-LA ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA 'SINERGIA' SE VOLVIÓ RETORCIDA HACIENDO SEMPITERNO ÉSTE TEXTO.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario