Con toda sinceridad
de ésta escritora no sé cómo empezar pero mientras escriba voy a empezar a
vomitar letras y a poner en funcionamiento toda mi falla neuronal.
La persona que me
dio la entrada no entiende como trabajan mis órganos en conjunto con el cerebro
para la redacción de este escrito, desde que lo vi todo pasa más por mi cerebro
que por el corazón y todavía no puedo entenderlo, no es que lo elija, en este
momento me toca ahogarme de recuerdos o simplemente volver a lugares donde
recuerde haber estado, donde ambos órganos se conecten y sea todo instantáneo.
Recuerdo como si
fuera ayer, aunque fuera hace 365 días atrás o más, el incremento de esas sustancias
que actuaban conjuntamente para comprar un presente lleno de felicidad, que
hasta hoy, es inolvidable.
Y hasta podría jugar
a recordar después de sufrir la perdida de parte de mi cerebro, malditas
lagunas escasas de agua e inundadas de confusión que odio tener que sentir y vivir cuando tengo que esforzarme por recordar y después... sentir y guiarse por eso que para mí siempre fue difícil, los
sentimientos, los míos.
La lectura de miradas y actos que he tenido que adaptar en mi presente para volver a un pasado feliz como caminar hasta algún jardín de infantes, tal vez esperar la llegada de mi sobrino, sonreír a la par de una futura mujer que en aquel momento tenía nueve años, recolectar corazones inolvidables y desechar algunos por amor propio.
La lectura de miradas y actos que he tenido que adaptar en mi presente para volver a un pasado feliz como caminar hasta algún jardín de infantes, tal vez esperar la llegada de mi sobrino, sonreír a la par de una futura mujer que en aquel momento tenía nueve años, recolectar corazones inolvidables y desechar algunos por amor propio.
Llegando la hora
de amarse y sin cantar victoria, a todos nos sucede en algún momento de la vida que despertamos
después de cada batalla ganada con ganas de amarnos más que antes, quizás en eso
habíamos fallado o tal vez los errores humanos propios se disfrazaron de soldados iniciando
una guerra colateral inesperada, donde es la vida quien define el tiempo y la cantidad de batallas hasta ponerle fin a la guerra del sistema nervioso con ella misma.
No se trata de
coordinar diferentes actividades lucrativas para hacerse por separado, se trata
de emplear un concurso de fuerzas como lo hizo Aristóteles, y así vamos
alterando el movimiento de nuestros cuerpos para conseguir velocidad y
aplicamos una fuerza mayor a la que podemos aguantar, pero no importa porque la
podemos resistir, y resistir es seguir.
Después de tanto
tiempo, podría afirmar que aunque la acción conjunta de mis órganos tenga una
falla natural y humana, es momento de cegarse con los miedos, tal vez encuentre
por ahí como comparar esto con la entrada de esta historia, pero podría decirse
que he aprendido a amar la paleta de colores y aunque por momentos la vida me
coloque en los grises, a veces pienso que mis órganos van a optar por la iridiscencia, creando pequeños arco-iris en mis células.
Y que el incremento
de esas sustancias donde quizás un vodka y millones de sonrisas escondidas en
esas flores que actuaban conjuntamente
entre ellas y entre nosotros van comprarse el presente, y es en ése momento donde
podría afirmar que somos "Los nefelibatas" que volando por días
nublados, él siendo rasgados y yo solo un ósculo, llegamos a chocarnos, un
accidente con suerte, dos sobrevivientes.
-LA ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA 'SINERGIA' SE VOLVIÓ RETORCIDA HACIENDO SEMPITERNO ÉSTE TEXTO.
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